Triberg

En en año 1239, tuvo lugar la primera mención documentada del nombre "Triberg".
Su castillo, hoy en ruinas, fue probablemente construido por Burkhard I de Triberg. Destruido por tropas suecas durante el transcurso de la Guerra de los treinta años (1618-1648).
En 1355, la zona fue comprada por el duque Alberto II de Austria, un Habsburgo, y en 1654 finalmente cayó en manos de Austria (Baja Austria).
Un incendio destruyó casi por completo Triberg en el año 1826, de ahí que se conserve hoy en día muy poquitos edificios antiguos.
Triberg creció gracias a la minería, al comercio, a la madera y a la industria relojera, tan activa en Selva Negra desde el siglo XVIII. Las cascadas dieron además ese "plus" de energía eléctrica: en el siglo XIX se instaló el primer alumbrado público eléctrico en Alemania. La electricidad se generó en las cascadas.
Hoy vive principalmente del turismo. Sus cascadas, los grandes relojes de cuco y la gran cantidad de tiendas de regalos, junto con hoteles y restaurantes, hacen de Triberg un lugar que no os podéis perder en vuestro viaje o escapada por Selva Negra.

Información sobre Triberg

Población, ubicación, distancias con otros lugares.

Tiene poco más de 4.500 mil habitantes.
Está situado a unos 57 kilómetros al noreste de la ciudad de Freiburg (Friburgo) y a 105 kilómetros al sur de la ciudad de Baden-Baden. Villingen está más cerquita, a solo 24 kilómetros.
El pueblo de Schiltach está a 34 kilómetros, el de Gengenbach a 46 y Titisee a 44 kilómetros.

Triberg son cascadas y relojes de cuco

Las cascadas más grandes de Selva Negra y los relojes de cuco más grandes del mundo.

Qué ver / hacer en Triberg

En este artículo te dejamos los lugares que son de visita obligada en Triberg. 
Vamos, los que no te puedes perder ;)

Las cascadas

163 metros de caída.
Divididos en varios saltos. Son las más famosas y conocidas de toda Alemania, pero no las más altas aunque así "las vendan" por todas partes. Están en el puesto número 9 en toda Alemania peeero... A veces algunos se nos vienen bien arriba. En los carteles de entrada a las cascadas verás esto de las más grandes, pero no hagas caso ;)
Eso sí, son una belleza y que dan ganas de verlas una y otra vez.

Horarios:

  • Abiertas durante todo el año.

Precios:

  • En invierno, y hasta que las temperaturas no suban y no haya riesgo de heladas, el precio es de 6€ por persona. Niños entre los 6 y los 17 años de edad cuesta 5,50€. 

Eso sí, solamente os dejarán acceder hasta la plataforma mirador. Donde hay una gran panorámica de toda la cascada.

  • En época de buen tiempo cuesta 8€ por persona. Niños entre los 6 y los 17 años de edad, 7,50€.

Y ya dejan acceder a todas partes. Podrás recorrer libremente todos los caminos, atravesar los puentes para llegar al otro lado...

Museo de Selva Negra

Cerca del acceso principal a las cascadas está este genial museo. Si entras verás trajes antiguos "selvanegrinos", órganos, instrumentos varios, grandes y pequeños relojes de cuco, habitaciones donde se representa cómo se vivía antiguamente en Selva Negra, maquetas de la zona con el tren como protagonista e incluso una "mina" en pequeñito. Para ver los antiguos minerales extraídos en la región.
Horarios:

  • Abierto cada día de 11:00 a 17:00 horas

Precios:

  • 5€ por persona. Para niños entre los 6 y los 17 años, cuesta 4,50€
  • Si quieres que te incluya el precio de las cascadas de Triberg entonces la entrada cuesta 8€. Para niños entre los 6 y los 17 años, 7,50€

Lago Bergsee y la iglesia Maria in der Tanne

Ambos lugares muy cerca el uno de otro.
El laguito es una preciosidad. Pequeñito. Pero es genial rodearlo tranquilamente e incluso tomarse algo en el bar-restaurante que hay en una de sus orillas.
Por cierto, si vas con peques, hay un parquecito ahí para que se entretengan un rato ;)
En este lago, en la década de 1920, se celebraron competiciones nacionales e internacionales de patinaje artístico en el lago.

La bonita iglesia "Maria in der Tanne" fue construida en el siglo XVIII en el lugar donde en el pasado hubo otras iglesias y capillas. En estilo barroco.

Es lugar de peregrinación desde 1644, cuando hubo un milagro:
En 1644 en el lugar donde se encuentra la actual iglesia, había un gran abeto con las ramas colgando. Adosada a una de ellas había una "graciosa imagen de la Virgen María de la Inmaculada Concepción pintada en pergamino a una altura cómoda".
Junto a este impresionante abeto, un manantial fresco brotaba de la roca. 
Una niña, Barbara Franz, de siete años, pasó por este lugar con su madre, Anna Kienzler. La imagen de María había caído y la niña la recogió. En contra del consejo de la madre, la niña agarró la imagen y se la llevó a casa.
Una vez allí, la hija lo colocó en el "Rincón del Señor" y lo mantuvo durante un tiempo en gran honor. 
Tres días después, la niña cayó enferma de los ojos y tuvo temió quedarse ciega. La madre y el padre estaban muy preocupados por la salud de su hija, ya que todo lo que intentaron y todos los remedios usados no surtieron efecto. Así que los padres oraron y esperaron la ayuda de Dios mientras su hija dormía.
Durmiendo la niña, escuchó una voz en un profundo sueño. Le aseguró que se curaría por completo si devolvía al abeto el cuadro que había llevado a casa. En el sueño, los padres reconocieron una señal divina. Los tres se dirigieron a la fuente, y pronto la imagen de María colgó en su lugar original. Rezaron y limpiaron los ojos de la niña con el agua fresca del manantial junto al abeto. 
A partir de entonces, la enfermedad de los ojos disminuyó y desapareció sin dejar rastro después de dos días.

En el año 1645 ocurrió otro milagro:
Friedrich Schwab, un maestro sastre a la edad de 68 años, sufría de lepra. Se supone que había oído hablar de la curación milagrosa de la niña llamada Barbara Franz. En la agonía de su sufrimiento, buscó este abeto. Rezó a Dios y juró donar una imagen tallada de María si se liberaba de la lepra. Luego se lavó con el agua del manantial y se libró de su terrible enfermedad en poco tiempo. En agradecimiento por su curación, cumplió su voto ese mismo año. Colocó la imagen de madera de María en el abeto.

Desde entonces los creyentes iban una y otra vez a orar en este lugar y se reportaron numerosas otras curaciones. Esto llevó a la veneración de la imagen como una "imagen milagrosa". Lo que llevó con el paso del tiempo a construir primero una capilla y luego una gran iglesia. Una belleza sobre todo en su interior.

Camina por su calle principal y llega hasta las ruinas de su castillo

La calle principal, y muy transitada de Triberg, tiene bonitos edificios de colores que hoy en día muchos son tiendas de regalos, cafeterías, restaurantes y hoteles.
En esta calle se encuentra el edificio del ayuntamiento y detrás nace una callejuela que lleva hasta las ruinas del castillo. Nada, "cuatro piedras mal contadas". Aún así, dejando el castillo de lado sí que verás bonitos edificios con entramado de madera.
Un paseito final para finalizar tu visita a este pueblo ;)

Gigantes relojes de cuco

Los dos grandes relojes de cuco de Troberg están a las afueras. No en el propio pueblo.
El primer reloj de cuco más grande del mundo está en pueblo de Schonach, a dos kilómetros de Triberg.
Por 2€ podrás ver su funcionamiento interioir de ejes y poleas y su bella fachada, solo visible desde el jardín interior.
El actual reloj de cuco más grande del mundo está cerca de la estación de tren.
El cuco pesa un total de 150 kilogramos. 
El péndulo tiene una longitud de 8 metros y pesa 100 kilogramos.
Para ver el funcionamiento interior con esos grandes ejes y poleas el acceso cuesta 3€ por persona.

Se cree que fueron comerciantes itinerantes del cristal los que trajeron por primera vez de sus viajes relojes mecánicos de hierro o de madera, siendo estos imitados por los artesanos de Selva Negra.

Las primeras copias se hicieron en las zonas de los pueblos de Sankt Peter y Sankt Märgen y presentaban únicamente un mecanismo de tres engranajes, una aguja y una piedra como pesa.

Se supone que fue Franz Ketterer, originario del pueblo de Schönwald, quien en 1740 inventó el reloj de cuco:

  • Un mecanismo simple hecho de fuelles y silbatos, mecanismo de repique y un cuco.


En la segunda mitad del siglo XVIII los mecanismos de metal suplantaron a los de madera y el reloj empezó a funcionar de 12 a 24 horas. Además, sobre la placa frontal en arco semicircular se pintaron flores, paisajes o personas. La esfera daba la hora en números romanos.

Estos relojes lo hacían artesanos en pequeños talleres quienes tenían como principal actividad la relojería y como segundo la agricultura.

A finales del siglo XVIII, dos personas podían confeccionar 10 relojes en una semana. 60 años después, un maestro relojero con un operario y un aprendiz hacia en una semana 18 relojes.
En el siglo XIX, a principios, al año se fabricaban 200.000 relojes en Selva Negra, multiplicando esa cifra por tres a mediados de ese siglo. Un tercio de la producción mundial de relojes en todo el mundo.

El reloj de cuco de Selva Negra que conocemos hoy en día proviene de finales del siglo XIX:

  • El reloj de cuco de casetita con un frontón decorado con hojas de vid.